Cada vez son menos las parejas gallegas que pasan por el altar. No se debe sólo a que el número de bodas se está reduciendo, sino también a que los matrimonios religiosos llevan años cediendo terreno frente a los civiles.
Si hace una década menos de una cuarta parte de las ceremonias eran oficiadas por jueces, alcaldes u otros funcionarios, el año pasado la mayoría de los enlaces fueron ya, y por primera vez, de ese tipo, algo que sucedió también en el conjunto de España. La tendencia es común a las cuatro provincias gallegas, aunque el ritmo del cambio es diferente. De hecho, en Lugo y Ourense todavía son mayoría las bodas por la Iglesia.
El año pasado se casaron en Galicia 10.658 parejas, algo más de 5.300, el 50,1%, en ceremonias no religiosas. Son casi el doble que una década antes, cuando, pese a celebrarse 1.300 bodas más, las civiles no llegaron a 2.800. El incremento ha sido posible a costa del descenso de los enlaces por la Iglesia, que se han reducido algo más de un 42% en un decenio. Sólo el año pasado cayeron un 11%, tanto como aumentaron los civiles, según reflejan los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Estas cifras son la media gallega, que está determinada por los datos de las dos provincias que concentran más de tres cuartas partes de los matrimonios oficiados en la comunidad, A Coruña y Pontevedra. La situación de Lugo y Ourense es algo diferente, ya que, además de ser las únicas provincias con un ligero incremento de las bodas en 2009, en ellas las religiosas han resistido mejor la competencia de las civiles.
De hecho, en Ourense incluso se incrementaron algo el año pasado, y el descenso acumulado en la última década es, como el de Lugo, inferior al de las otras dos provincias. Entre tanto, desde 1999 los matrimonios civiles se elevaron de forma destacada en las cuatro, aunque con diferencias desde el 72% de Ourense al 102% de A Coruña. En Lugo el alza superó el 93% y en Pontevedra, el 86.
Así las cosas, las bodas no religiosas representan ya algo más del 51% del total en las provincias atlánticas, mientras que en Lugo (45,5%) y en Ourense (46,3) les falta un poco para ser mayoritarias. Todo apunta a que lo serán pronto.
''Está de moda''
"Se podría decir que casarse por lo civil está de moda", asegura Miriam Jiménez, responsable de la empresa Compostelae Eventos. A su juicio, "es un tema de creencias, y sobre todo, de cambio de tendencias", que atribuye en parte a que "las parejas están más independizadas, menos influenciadas por sus familias y celebran la boda a su gusto".
Para Jiménez, en la decisión no influye el gasto, porque "no hay diferencia". Coincide Nieves Viñas, presidenta de la Asociación Galega de Cerimonias, quien señala que hace unos años las bodas civiles eran "más sencillas porque estaban peor vistas, pero hoy no".
A su juicio, si aumentan es por "convicciones" y porque "casa más gente de segunda vez". De hecho, si hace una década los contrayentes divorciados eran un 4,6% del total, en 2008 representaban ya casi un 10%. Más allá de este condicionante, Viñas incide en que hay diferencias entre zonas urbanas y rurales, donde es más frecuente "seguir con la tradición". "Muchos piensan que, si no es por la Iglesia, no es una boda".
Otras religiones
Los datos de la última década revelan también un ligero incremento de los enlaces celebrados siguiendo ritos distintos a los católicos, aunque siguen siendo muy pocos. El año pasado en Galicia fueron sólo una treintena, seis más que en 1999, con lo que no representan ni un 0,3% del total. En el conjunto de España el incremento fue mayor, ya que se pasó de 565 a 785 bodas y estas ceremonias representan ahora un 0,45% de todos los enlaces.
El porcentaje se eleva bastante en autonomías como Canarias, Murcia, Cataluña y Comunidad Valenciana, algunas de las principales receptoras de inmigrantes y que tienen tasas de bodas de otras religiones de entre el 0,71% y el 0,56%. Las Palmas es la única provincia de toda España que supera el 1%.
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