El objetivo es ahorrarse unos euros negociando el precio con los proveedores a cambio de publicidad durante la celebración. Por ejemplo, la tarta nupcial puede llevar una tarjeta o un cartel bien visible de la pastelería en la que se ha elaborado, o se pueden incluir tarjetas de los patrocinadores en la mesa del libro de visitas.
«En Estados Unidos, que es donde nació esta moda, es frecuente ver grandes publicidades colgando en el salón del banquete», explica Marilé Fernández, de Marilé Eventos, especializada en organización de bodas.
Es algo exagerado que difícilmente llegará a Galicia -pero sí de un modo más discreto-, porque aquí «no tenemos costumbre» e incluso parece de mal gusto. Claro que pasó lo mismo cuando se introdujeron las listas de bodas o la cuenta para ingresarles dinero a los novios, usos que hoy se ven normales.
En Galicia no es frecuente la negociación con los proveedores a cambio de publicidad, pero se empieza a hacer. La gallega Marta Pérez se casará con su novio, David Corbacho, el 5 de octubre en el pazo de Santa Cruz de Mondoi (Oza dos Ríos), y quiere hacerlo por esta modalidad. Ella está preparando un máster en la Escuela Europea de Negocios, él está trabajando, pero aun así necesitan reducir el gasto para asumir la boda. «Los estudios de márketing me han puesto sobre la pista de lo que se hace en Estados Unidos y me animé a buscar soluciones similares», explica Marta.
Un libro de firmas con un sistema «tipo Polaroid» que incluya publicidad del fotógrafo, o unos cupcakes que promocionen la pastelería son algunas ideas que ha tenido para negociar con los proveedores.
¿Y cuánto es posible reducir la factura de la boda? «En Estados Unidos hay ceremonias que se consiguen casi gratis, pero en España es imposible», afirma Marilé. Las cifras son más discretas. En general se suele intentar una rebaja del 20 % con los profesionales, pero depende de cada caso. Lo más costoso, sin duda el menú, «que por mucho que lo intentes no va a bajar de 15.000 euros en una boda de 120 invitados -confirma Marta-. Pero si consigues reducir 200 euros por aquí y otros 200 por allá, puedes ahorrar mucho».
La presencia de publicidad en la sala del banquete podría causar rechazo en los invitados, pero eso no preocupa a Marta. «Depende de cómo se haga. Nuestra idea es introducirla de forma discreta. Además, seguro que interesa a los invitados que están en edad de casarse».
Cada vez hay más parejas que «ya no envían las invitaciones en papel», sino que las cuelgan en un blog o en una web, y ahí es «fácil» incluir el logotipo de cada proveedor y enlaces directos a sus páginas web», sostiene Marilé Fernández.
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