LA Herri Krosa no pudo imaginar unas bodas de plata mejores. La popular carrera volvió a protagonizar una comunión perfecta con Bilbao y consiguió tal éxito de participación que sorprendió incluso a los organizadores.
Un total de 9.077 atletas se dieron cita en la fiesta de cumpleaños del atletismo vizcaino y convirtieron a la prueba en una epopeya digna de contar a los nietos. A las once en punto de la mañana, hora en la que se citó el duelo entre los inscritos y los diez kilómetros, el pistoletazo de salida retumbó en la Gran Vía, ensordeciendo a los más desprevenidos, y su eco se retuvo en la principal arteria bilbaina durante más de siete minutos.
Justo el tiempo que tardó la columna blanca de participantes en cruzar el arco de salida y comenzar el reto de la Herri Krosa.
Cuando los restos del disparo ejecutado por Juan Félix Madariaga, primer director general de Bilbao Ekintza, se disiparon con el ambiente; la megafonía se encargó de ambientar el duelo comohizo 25 años atrás, en la primera edición de la carrera. Así, empeñados en demostrar que el paso del tiempo no ha eliminado la filosofía que ha hecho grande al popular evento, aquella por la que todos los participantes son ganadores, los organizadores impresionaron a los atletas con la música del griego Vangelis y la canción de la película Carros de fuego. Una sintonía muy ligada al deporte y que motivó incluso a los más perezosos.
Tras una semana en la que el sol y el calor fueron un constante, la mañana del domingo amaneció gris y encapotada. Las precipitaciones de la noche anterior a la prueba dejaron un paisaje épico para la carrera, con el asfalto mojado y las hojas otoñales caídas amenazando con posibles resbalones. Así, la vigésimo quinta edición de la Herri Krosa se llevó a cabo bajo un cielo cubierto de nubes con mal aspecto, que no dudaron en intimidar durante los minutos previos a la cita a los más de 9.000 participantes. Pero, a pesar de las advertencias, el chaparrón que humedeció los diez kilómetros de circuito tan solo afectó a los atletas más rezagados, ya que cuando cayó sobre el suelo bilbaino, los participantes más veloces ya habían cruzado la línea de meta y se encontraban a resguardo con el trofeo bajo el brazo.
La mala climatología pudo provocar que las bodas de plata de la Herri Krosa tuvieran menos invitados que de costumbre, sin embargo, con 9.077 inscritos, la vigésimo quinta edición de la popular carrera superó las expectativas creadas por la propia organización. Es decir, la lluvia no hizo sino incentivar la participación en el cuarto de siglo de la prueba bilbaina. De esta forma, ayer se mejoraron los números logrados en los años anteriores, cuando los inscritos rondaban los 7.500 registrados, aunque se quedó lejos del récord logrado en 2003, cuando se llegó a registrar a 10.107 participantes.
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