Un escenario natural a cielo abierto, testigo de promesas de amor y cientos de historias de puro romanticismo, fue elegido por una pareja que pasará a la historia dando el "si" como el primer matrimonio igualitario de la ciudad que fue celebrado por familiares, amigos y ocasionales transeúntes que se dieron cita al lugar.
Los preparativos se observaron desde muy temprano, cuando se instalaba una carpa, luces, una mesa que combinaba el blanco con tonos en púrpura, sillas vestidas de blanco separadas por una alfombra roja, que anticipaban una ceremonia.
Palpalá viene de vivir historias de lo más diversas, pero no cabe dudas que la ceremonia de una boda al aire libre, a todos tentaba para ser testigos de una promesa de amor que los presentes, invitados o no festejaron y vibraron desde las primeras palabras de quien ofició la ceremonia.
Ellos, impecables de traje negro, lo apropiado para una ceremonia después de las 7, como lo marca el protocolo; aunque lo que más destacado fue la alegría de desbordaba la pareja pionera, imposible de disimular por cuanto estaban a minutos de intercambiar los anillos y escuchar el soñado "los declaro unidos en matrimonio", como lo marca la ley promovida por la presidente.
Pero la política no tuvo mayor protagonismo, la noche del viernes; salvo para aclarar la legalidad del matrimonio de Juan y Héctor, por cuanto ya llevaban 12 años de amor en una armónica convivencia con el sentimiento que los une mas allá de los papeles, en una comunidad curiosa aun con temas con los que no todos están de acuerdo.
Pero ni siquiera esa minoría que no entiende que en este mundo no nos toca ser jueces, pudo opacar la noche de los dos jóvenes que se casaron, vivieron y eligieron compartir su alegría de la manera más genuina.
Por cada persona que observaba la ceremonia había una cámara, en celulares, filmadoras y algunos medios de comunicación, todos con el propósito de perpetuar en imágenes el momento en que, ya casados y firmando el acta, recibiendo la libreta que los muestra ante la ley de los hombres como matrimonio, pero esperaban el beso, como sello del amor que se tienen, que para algunos marcaba el final de una etapa, mientras que para ellos no era otra cosa que el inicio de una vida juntos, amparados en la ley que en el país acepta el enlace de dos personas de un mismo sexo.
Por supuesto hubo arroz como en toda boda y los fuegos artificiales que iluminaron el Paseo de las Flores, mientras sobre avenida Martijena se preparaba una caravana para acompañar a la feliz pareja en una camioneta adornada para la ocasión.
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