Una de las épocas del año por excelencia es la
primavera, perfecta para celebrar una boda o cualquier evento al aire libre.
Las
parejas están acostumbradas a elegir la fecha para casarse según la temporada,
el clima, el mes, hora o el tipo de fiesta que quieren hacer, pero otras
personas prefieren guiarse otros factores. Si queréis que todos vuestros
invitados asistan y hacer de este gran día un recuerdo muy especial para todos,
es importante que elijáis el día perfecto.
Normalmente, tienes dos opciones, esperar largo tiempo a que todos estos factores se pongan de acuerdo, o bien, tener cierta flexibilidad aunque hayamos elegido por ejemplo una iglesia, el poder cambiarla por otra para que coincida la fecha del restaurante, o al revés facilita mucho nuestro trabajo a la hora de coordinar estos diferentes factores de nuestra ceremonia.
Lo más concurrido suele ser la iglesia, ayuntamiento o el juzgado, así que conviene empezar por ahí. A partir de las diferentes fechas alternativas que podamos conseguir encajaremos las demás piezas del puzle.
La inmensa mayoría de los novios rechaza los meses más fríos para su gran día, como pueden ser los comprendidos entre noviembre y marzo.
Las temperaturas bajas imposibilitan el lucimiento de novia e invitados. No obstante, si elegimos estos meses para nuestra ceremonia podremos ahorrarnos una gran parte del presupuesto, ya que los costes serán menores debido a que los locales de banquetes de bodas tienen escasa demanda en esas fechas. Además podremos elegir a nuestras anchas sin tener que pegarnos con otros novios por aquél restaurante o aquella capilla romántica.
Sin embargo, prima que los novios gocen de buen
tiempo el día de su gran ceremonia, huyendo de las inclemencias meteorológicas
y que los invitados puedan lucir sus mejores galas.
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